El arte popular, y luego los cuentos literarios sobre animales, están diseñados para contar la experiencia tanto a niños como a adultos. Tanto sobre la simple experiencia cotidiana, personajes y rasgos característicos que están presentes en todo tipo de seres vivos, como sobre la experiencia generalizada de la humanidad, plasmada en una presentación metafórica deliberadamente sencilla.
Habiendo surgido en la antigüedad, los cuentos de hadas sobre animales, como una especie de este género, tenían la intención de hablar sobre los hábitos y características generales de los animales, su relación con otras especies de animales y con los humanos.
De las creencias a los cuentos de hadas
Cazadores, criadores de animales, ganaderos, campesinos: todos los que entraron en contacto con el mundo animal sintieron la necesidad de registrar la información acumulada para transferirla a las generaciones posteriores. Las observaciones de animales dieron como resultado a la humanidad en la cantidad de conocimientos que podían transmitir a sus descendientes solo con la ayuda de la creatividad oral: creencias, leyendas, cuentos de hadas.
A menudo, un cuento de hadas nació espontáneamente, como una creencia, luego adquirió detalles sobre la relación de los animales, aves y peces con los humanos, y luego, gradualmente, se produjo la “humanización” de los animales de cuento de hadas: tenían personajes que dar individualidad.
A partir de leyendas semirrealistas, que reflejaban las características reales del comportamiento animal, con la ayuda de la imaginación del narrador, las historias se transformaron en cuentos de hadas, en los que los animales comenzaron a estar dotados de personajes y cualidades humanas, comenzaron a comportarse como personas. Además, con la salida del paganismo, el carácter dado al animal era como una copia de la imagen de alguna persona familiar para muchos, por lo que los cuentos de hadas ganaron popularidad como una especie de relatos irónico-satíricos.
Con el tiempo, apareció un cierto estándar de comportamiento de este o aquel animal en un cuento de hadas: por ejemplo, un caballo siempre se convirtió en un salvador, un oso simbolizó credulidad y lentitud, una liebre, un ejemplo de cobardía, pero también de devoción, un lobo. - codicia y astucia, ya veces estupidez, un zorro - astucia y destreza, león - sabiduría e ira, gato - intrepidez e inteligencia.
La estructura de los cuentos de animales es, por regla general, simple: los episodios se encadenan uno encima del otro, a menudo se utilizan situaciones repetidas, sin un desarrollo visible. Pero la trama se mueve gracias al dialogismo de los personajes.
Cuentos de animales como espejos para las personas
Ya a principios del siglo XIX, en los cuentos literarios también se les daban rasgos de motivación psicológica a los animales. Posteriormente, Charles Perrault, Rudyard Kipling o Lewis Carroll dotaron a sus personajes de cuentos de hadas no solo de personajes de personas abstractas, sino de personajes de quienes tenían prototipos reales. Todo el comportamiento de los personajes en sus cuentos literarios movió la trama, procediendo precisamente de motivaciones psicológicas específicas basadas en personajes individuales.
Y dado que, por un lado, la conversación en tales cuentos parecía ser sobre animales, no sobre personas, entonces este tipo de libertad esópica hizo posible hablar sobre cosas morales importantes sin moralizar indebidamente, en un estilo fácil, usando neologismos, jerga y dialectismos. Una especie de "máscara" animal te permite esconderte detrás de acentos semánticos agudos, a veces sencillos.