El tiburón es un pez cartilaginoso depredador que, gracias al esfuerzo de los cineastas, se ha convertido en la encarnación del horror de los mares y océanos. De hecho, según las estadísticas, en 2009, 2251 personas fueron atacadas por tiburones en todo el mundo, 464 de las cuales murieron. A modo de comparación, en el mismo año sólo en los Estados Unidos, 43.000 personas murieron en accidentes de tráfico.
Sin embargo, casi medio millar de personas no son suficientes en absoluto. Los científicos llevan mucho tiempo buscando formas de ahuyentar a los tiburones. En 1937, las playas de Sydney comenzaron a vallarse con redes fijas por la noche. Después de eso, no se registró ni un solo ataque de tiburón a una persona en las áreas cercadas. Además, el número de estos depredadores atrapados en las redes durante la noche disminuyó de un año a otro: o los tiburones en los mares disminuyeron cada vez más o aprendieron a reconocer el peligro.
En 1952, las redes como protección contra los tiburones comenzaron a usarse en Durban (Sudáfrica) con el mismo éxito, ni un solo ataque a los bañistas. Sin embargo, este método tiene un inconveniente importante: animales inofensivos mueren en las redes, por lo que ya existe una amenaza de extinción: delfines, tortugas marinas, etc.
El tiburón tiene sensores muy sensibles que detectan corrientes débiles y vibraciones sonoras, así como olores. Esta característica de los depredadores se utiliza para crear varios repelentes (repelentes). Un campo electromagnético débil, seguro para otras especies marinas y humanos, puede detener al tiburón y obligarlo a mantenerse alejado del emisor.
Los científicos estadounidenses han desarrollado el dispositivo Shark Shield. Se puede acoplar a un barco, tabla de surf o cilindro de aire comprimido. La radiación electromagnética generada, según los desarrolladores, es capaz de mantener a un tiburón a una distancia de varios metros.
El emisor de sonido está dispuesto de forma similar. El tiburón percibe un sonido bajo y un infrasonido. Las altas frecuencias la incomodan. Se supone que el generador de ultrasonidos ahuyentará al depredador. Sin embargo, las pruebas de todo tipo de emisores han demostrado que no existe un repelente universal: uno que repele al tiburón de una especie es ignorado por otra.
También se están desarrollando medios químicos de protección contra estos peces formidables. Se ha notado que los tiburones intentan mantenerse alejados de los cadáveres en descomposición de sus parientes. Los científicos han sintetizado una sustancia que imita el olor a tiburón cadavérico. Las pruebas experimentales han demostrado cierta eficacia de esta herramienta.