Cada otoño, bandadas de aves migratorias se elevan hacia el cielo, el aire se llena de un bullicio ruidoso. A veces, para descansar, se sientan en los cables o árboles más cercanos, sin dejar espacio libre en ellos. Después de eso, las bandadas nuevamente se elevan en el aire y vuelan, muy probablemente, hacia el sur.
Cuando se les pregunta por qué los pájaros vuelan, la primera respuesta que me viene a la mente es que se están enfriando demasiado. Pero este no es el caso. La estructura de la pluma de un pájaro es tal que una capa de plumón se encuentra cerca del cuerpo, lo que permite que las aves no se congelen incluso a temperaturas muy bajas. Por fuera, las plumas están cubiertas con una fina capa de sebo, lo que evita que se esparzan por el viento, y además no se moja con el agua. Por ejemplo, los patos pueden nadar incluso en el clima más frío y mantenerse calientes. Entonces, la razón no es el frío, entonces ¿cuál es? La mayoría de las especies de aves abandonan sus hogares al comienzo del otoño por una razón completamente diferente. No tienen nada que comer. Casi todas las aves se alimentan de insectos, que se esconden o mueren cuando llega el frío. Los pájaros ya no pueden encontrar comida fácilmente por sí mismos. Esta es la razón principal, creen los científicos, de aves como las golondrinas o los gansos salvajes. En los países del sur hace calor, los insectos no se esconden allí del frío, por lo que puede pasar el invierno allí con seguridad. Las cigüeñas y garzas, que se alimentan de ranas, también dejan lugares fríos cuando sus cuerpos de agua se congelan. Al mismo tiempo, la práctica de los vuelos está tan arraigada en muchas especies de aves que no esperan hasta que hace más frío y no queda nada de comida. Empiezan a prepararse para un largo viaje en agosto, guiados por el hecho de que la duración del día ya ha disminuido. Durante la migración, las aves recorren diferentes distancias, depende de su especie y de hacia dónde se dirige la bandada. Diferentes aves vuelan de 40 a 1000 km por día. En las ciudades y cerca de los asentamientos humanos, algunas aves no vuelan, ya que están acostumbradas a comer lo que queda de humanos. En invierno, tienen suficientes restos de comida que se encuentran entre la basura, por lo que es posible que no abandonen sus lugares habituales. También hay especies de aves sedentarias que no vuelan a ninguna parte durante el otoño. Por ejemplo, estos son gorriones. Algunos científicos creen que las aves experimentan un tipo especial de ansiedad en el otoño. Se debe al hecho de que el campo magnético de la Tierra cambia ligeramente, se vuelve más fuerte y esto ejerce presión sobre las aves. Su metabolismo es muy rápido, por lo que reaccionan muy bruscamente a tales cambios. Al experimentar ansiedad, los pájaros quieren abandonar rápidamente el territorio desagradable. Por cierto, para no perderse, durante la migración, las bandadas de aves no se guían más que por las líneas del campo magnético de la Tierra.