La Noche de San Bartolomé es un acontecimiento real que tuvo lugar en Francia en París en 1572. "La masacre sangrienta más terrible del siglo", así la describieron sus contemporáneos. Esta noche sangrienta se cobró miles de vidas.
Las guerras religiosas en la Europa medieval ocurrieron con tanta frecuencia que parecían casi triviales y triviales. Sin embargo, los hechos que se desarrollaron la noche del 22 de agosto de 1567 en París conmocionaron no solo a Francia, sino a toda Europa con sus sangrientas proporciones.
Antecedentes de la masacre de Bartolomé
A primera vista, nada presagiaba problemas. Otra guerra religiosa entre católicos y protestantes acaba de terminar en Francia. Se firmó un tratado de paz en Saint Germain. Queriendo fortalecerlo, la reina de Francia Catalina de Médicis casa a su hermana Marguerite Valois con el hugonote pronto príncipe Enrique de Navar.
Sin embargo, los católicos radicales, liderados por la familia Guise, no reconocieron la Paz de Saint Germain y se opusieron al matrimonio de Margaret con los hugonotes. Fueron apoyados activamente por el rey español Felipe II.
Muchos hugonotes ricos asistieron a la boda en París. Esto provocó un evidente descontento en varios sectores de la sociedad de la capital, habitada principalmente por católicos.
Además, el Papa no dio permiso para este matrimonio.
La situación se vio agravada por las contradicciones de la política exterior. El líder de los hugonotes, el almirante Gaspard de Copigny, invitó a Catalina de Medici a actuar como una fuerza conjunta de católicos franceses y hugonotes contra España. En esto vio una alternativa a la guerra civil en Francia. Catherine estaba categóricamente en contra de esto. En su opinión, Francia en ese momento estaba muy debilitada por muchos años de derramamiento de sangre civil y no pudo resistir a la poderosa España.
La noche de San Bartolomé y sus consecuencias
La noche del día de San Bartolomé, estalló una masacre en las calles de París. Los católicos, aprovechando su enorme superioridad numérica, mataron sin piedad a los protestantes. La túnica negra de este último los convirtió en presa fácil para la multitud enojada. No perdonaron a nadie. Murieron mujeres y niños.
Sin embargo, el asunto no se limitó a los hugonotes. Un gran número de católicos también cayó en manos de sus hermanos en la fe. Aprovechando la sangrienta confusión, la gente se mataba entre sí con el propósito de robar, para ajustar cuentas personales, y sin ningún motivo.
En los días que siguieron, la masacre se extendió a todas las ciudades importantes de Francia.
Nadie sabe el número exacto de muertos en esta pesadilla. Sin embargo, la mayoría de los historiadores creen que el número de víctimas podría llegar a las treinta mil.
Los hugonotes sufrieron daños irreparables en esta brutal masacre. Casi todos sus poderosos líderes fueron destruidos. Y la ola de guerras religiosas en Francia comenzó a declinar.