En todas las épocas, la sociedad enfrenta un problema que requiere la inclusión de cada persona en una única estructura social. El mecanismo activo de esta inclusión es el proceso de socialización.
La socialización del individuo es el proceso por el cual el individuo ingresa a la estructura social, como resultado del cual ocurren cambios tanto en la estructura misma de la sociedad como en la estructura del individuo. Como resultado de este proceso, una persona asimila patrones de comportamiento, valores y normas sociales. Todo esto es necesario para el buen funcionamiento de cualquier sociedad.
La socialización debe comenzar en la infancia, cuando la personalidad humana ya está formada activamente. En la infancia, se sientan las bases de la socialización y, al mismo tiempo, esta es la etapa más desprotegida de la misma. Los niños que están aislados de la sociedad mueren socialmente, aunque muchos adultos a veces buscan conscientemente la soledad y el autoaislamiento por un tiempo, se entregan a una profunda reflexión y contemplación.
Incluso en los casos en que los adultos caen en aislamiento contra su voluntad y durante mucho tiempo, son bastante capaces de no perecer espiritual y socialmente. Y en ocasiones, superando dificultades, incluso desarrollan su personalidad, descubren nuevas facetas en sí mismos.
Dado que a lo largo de la vida las personas tienen que dominar no uno, sino toda una variedad de roles sociales, ascendiendo en la escala de edad y servicio, el proceso de socialización continúa durante toda su vida. Hasta una edad avanzada, una persona cambia de opinión sobre la vida, hábitos, gustos, reglas de comportamiento, roles, etc. El concepto de "socialización" explica cómo una persona pasa de ser un ser biológico a un ser social.
El proceso de socialización pasa por fases que están asociadas con las etapas del ciclo de vida de una persona. Estos son la infancia, la adolescencia, la madurez y la vejez. Según el grado de consecución del resultado o la finalización del proceso de socialización, se puede distinguir la socialización inicial o temprana, que abarca los períodos de la niñez y la adolescencia, y la socialización continuada y madura, que abarca los otros dos períodos. Como el proceso de autoidentificación, la socialización no conoce el final, continuando a lo largo de la vida.
En las sociedades tradicionales, la preparación para la vida adulta era de corta duración: a la edad de 14 a 15 años, un joven pasaba a la categoría de adultos y, a la edad de 13 años, las niñas se casaban y formaban una familia independiente. La infancia ganó reconocimiento en Europa en la Edad Media y la adolescencia, solo en el siglo XX. Recientemente, la adolescencia (juventud) fue reconocida como una etapa independiente del ciclo de vida.
Por lo tanto, la preparación para una vida independiente hoy en día se ha vuelto no solo más larga, sino también más difícil. La sociedad humana fue capaz de proporcionar una educación completa a todas las personas de cualquier estrato social solo en el siglo XX. Durante decenas de miles de años, ha acumulado recursos para ello.