Como regla general, la lluvia se percibe como una humedad vital para las plantas, sin la cual no pueden existir durante mucho tiempo. Sin embargo, no todos los riegos son útiles. Algunas precipitaciones pueden dañar las flores y los árboles, o incluso provocar su muerte.
Instrucciones
Paso 1
Idealmente, el agua de lluvia tiene un ambiente neutro, pero hoy en día prácticamente no se encuentran lluvias tan puras. El aire está contaminado con diversos residuos ácidos, con mayor frecuencia óxido de azufre, óxido de nitrógeno y monóxido de carbono, que son un subproducto de plantas de procesamiento de metales y centrales térmicas, así como desechos emitidos al aire por numerosos vehículos. Los óxidos entran en contacto con las moléculas de agua y se exponen a la radiación solar. Como resultado, una verdadera lluvia ácida cae al suelo.
Paso 2
La lluvia ácida no mata las plantas instantáneamente; para ello, la concentración de compuestos químicos en el agua debe ser extremadamente alta. Sin embargo, causa un daño enorme a la flora. Los árboles y arbustos después de ese riego pierden algunas de sus hojas y se vuelven menos resistentes a las heladas.
Paso 3
Debido a las reacciones químicas que tienen lugar en el suelo después de que los ácidos llegan allí, algunos oligoelementos se vuelven indigestos. Además, la lluvia ácida también afecta la tasa de crecimiento de las raíces: se ralentiza y las plantas se vuelven incapaces de obtener la nutrición que necesitan. El peor de los casos es para las plantas acuáticas: son las primeras en morir después de la lluvia ácida.
Paso 4
Las plantas no son las únicas que sufren precipitación ácida. También afectan a los animales que comen partes de árboles, pastos y arbustos dañados, beben agua acidificada. Una persona está expuesta a efectos nocivos similares. La lluvia ácida puede destruir edificios y monumentos arquitectónicos, causando daños al presupuesto estatal.
Paso 5
Es difícil encontrar un lugar en la tierra que esté completamente libre de precipitaciones ácidas, pero los países de Europa occidental y América del Norte, como Austria, la República Checa, Alemania, Suiza, los Países Bajos y los Estados Unidos, son los que más sufren de ellos.