A principios de septiembre de 2012, el presidente ruso Vladimir Putin participó en un experimento para rescatar grullas blancas volando un ala delta. La reacción a tal paso por parte del jefe de Estado fue mixta.
No hace mucho, se lanzó una amplia gama de medidas en el Lejano Oriente para salvar a las especies de grullas en peligro de extinción: las grullas siberianas, de las que solo quedan unas 3 mil. Y aunque la Reserva Natural de Oksky existe desde 1979, donde se han criado aves raras, su población ha ido disminuyendo constantemente durante los últimos treinta años. La dificultad para criar grullas siberianas es que deben criarse para que puedan adaptarse en la naturaleza.
Los ornitólogos rusos han adoptado la experiencia de sus colegas estadounidenses, a quienes se les ocurrió por primera vez la idea de lanzar un ala delta frente a las grullas que se instalaban en la naturaleza. Su tarea consistía en mostrar el camino correcto por el que debía migrar el rebaño durante el invierno. A principios del verano, Moscú recibió la visita del director del Fondo Panruso para la Protección de las Grullas, que coopera con la petrolera Itera, que recibió una orden del presidente para abordar el problema de la desaparición de las grullas siberianas.
Vladimir Putin decidió contribuir personalmente a la preservación de las especies de grullas en peligro de extinción y tomó el aire en un ala delta, mostrando personalmente el camino para las grullas siberianas hacia el sur. La comunidad mundial tomó este hecho con bastante calidez, pero los rusos sometieron al acto del presidente al ridículo, especialmente los usuarios de Internet de habla rusa no se abstuvieron de comentar.
Según analistas políticos, el presidente se vio obligado a dar un paso similar para fortalecer su propia imagen como líder de una potencia nuclear. Logró elevar su calificación entre la élite política europea, lo que especialmente le ayudó al presidente antes de la próxima cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
La participación de Putin en tal acción fue recibida por los rusos con sorpresa y sin disimulo sarcasmo. El secretario de prensa del presidente dijo que la creación de caricaturas y la agresión abierta contra el acto del presidente habla de la falta de voluntad del país para aceptar nuevas tendencias sociales y políticas provenientes de Occidente.