Hay 32 dientes en ambas mandíbulas de un adulto. Las muelas del juicio son las últimas de cada fila, salen más tarde que el resto. Gracias a esta característica obtuvieron su nombre, aunque no tienen nada que ver con la inteligencia o la sabiduría. En lenguaje dental, se les llama terceros molares.
En cuanto a su estructura, las muelas del juicio no se diferencian del resto: tienen raíz, cuello y corona recubiertos de esmalte. Pero tienen varias características peculiares. Primero, no tienen antecesores lácteos; en segundo lugar, no siempre cortan. Normalmente, deberían crecer en una persona entre los 17 y los 30 años, pero en realidad esto puede suceder mucho más tarde o no ocurrir en absoluto. Hace muchos milenios, las muelas del juicio ocupaban un lugar digno en la dentición de la mandíbula humana, que entonces era un poco más grande, ya que los antepasados de los humanos comían alimentos más duros y tenían una mandíbula enorme. No hubo problemas con estos dientes. Pero gradualmente la humanidad cambió a alimentos blandos que no necesitaban masticarse tan a fondo. Además, el cerebro aumentó, lo que afectó la estructura del cráneo y el aparato maxilofacial. Los terceros molares dejaron de participar en el acto de masticar y se volvieron rudimentarios, continuando creciendo en la mandíbula, en la que ya había mucho menos espacio para ellos. Por lo tanto, muchas personas tienen problemas con la dentición de las muelas del juicio. Como crecen tarde, en condiciones de falta de espacio y superando un obstáculo mecánico, provocan sensaciones dolorosas. Además, su crecimiento suele ir acompañado de diversas complicaciones, por ejemplo, el tercer molar puede tomar una posición incorrecta en la mandíbula y quedar en posición horizontal o inclinada. Los dientes inferiores, a medida que crecen, a veces tocan los nervios o destruyen a sus vecinos, crecen hacia la mejilla o la lengua, provocando inflamación y dolor. Recientemente, los casos de ausencia de rudimentos de las muelas del juicio se han vuelto más frecuentes, lo que confirma la opinión sobre la naturaleza rudimentaria de los terceros molares. Mientras que en otras personas, estos dientes crecen sin problemas y son completamente funcionales. Hasta ahora, los científicos no pueden decir por qué la naturaleza los preservó. Los dentistas siempre expresan esta opinión: si una muela del juicio causa problemas, es aconsejable extraerla, pero cuando no hay motivo de preocupación y participan en el proceso de masticación, no es necesario cambiar nada. Además, si antes, con las más mínimas complicaciones, los terceros molares fueron arrancados incondicionalmente, hoy en día muchos odontólogos se inclinan a pensar que deben intentarse conservarlos, porque pueden convertirse en un buen soporte para prótesis de otros dientes.