El espacio en el que se sumerge la acción de una obra de arte, en muchos aspectos ya presupone el desarrollo de ciertos temas y la construcción de estructuras argumentales. Esto se puede ver claramente en el ejemplo de una novela como Padres e hijos.
Dado que el espacio descrito en una obra de arte es siempre una especie de concepto de autor del universo, el autor lo dota (automáticamente) de un carácter generalizador.
Como en cualquier otra obra importante de Turgenev, el principal escenario de acción de la novela "Padres e hijos" son las propiedades de los terratenientes. Aquí, por supuesto, esta es la finca de Kirsanov y la finca de Odintsova: los espacios con los que se conectan la trama principal y las líneas semánticas, que reciben permiso en la relación de Bazarov con Pavel Petrovich y Odintsova.
Acción exterior
La finca de los Kirsanov es importante para las escenas de los "enfrentamientos" entre Bazarov y Pavel Petrovich, sus disputas ideológicas. La herencia de Odintsova: el desarrollo de una historia de amor entre ella y Bazarov. Pero aún así, tanto en el primer como en el segundo caso, el lector ve espacios congelados, estáticos, y solo Bazarov puede darles vida. Entonces, Pavel Petrovich revive notablemente después de la llegada de Bazarov, cambia su apariencia de un caballero aburrido a un feroz defensor de los valores liberales, etc. Odintsova, inmersa en un estado perezoso, sin rumbo, en sus palabras "calma", está casi lista para responder a los sentimientos de Bazarov, pero el hábito gana en esta batalla. Así, Basarov no logra agitar la vida establecida, y esta es precisamente su función como revolucionario.
Acción interna
Además, la acción puede ser no solo externa, sino también interna. Y tal acción juega un papel bastante importante en la novela. Ésta, por supuesto, es la "evolución" de Bazarov, que comienza y termina ante los ojos del lector. Bazarov, rechazando la perspectiva idealista, se adhiere a las opiniones materialistas, que demuestra constantemente, pero aparece una grieta en su armadura de razón después de conocer a Madame Odintsova y desarrollar un sentimiento de amor por ella. Así, internamente, la acción se adueña del curso de la trama. Al final de la novela, casi en el momento de su muerte, Bazarov dice completamente inesperado (para el lector), prácticamente poético (al menos de Bazarov, a quien el lector se encuentra en las primeras páginas, tales palabras no podrían haberse esperado): “Sopla la lámpara agonizante y déjala apagarse”, que habla de algún tipo de transformación interna del héroe (no radical, claro, porque no rechaza sus puntos de vista, pero sin embargo los cambios que se han producido en él son obvios). Y así, uno de los lugares para el desarrollo de la acción se convierte en el mundo interior del héroe, su alma.